Uno de los procedimientos clínicos más comunes en las exploraciones físicas de rutina y el diagnóstico de la enfermedad es un hemograma, que proporciona un amplio perfil informativo de datos sobre diversos valores sanguíneos: cantidad de eritrocitos, leucocitos y trombocitos por microlitro de sangre, cantidades relativas (porcentajes) de cada tipo de leucocito, denominado cifra diferencial de leucocitos; hematócrito; concentración de hemoglobina, y varios índices de eritrocitos, como tamaño del eritrocito (volumen corpuscular medio, MCV) y concentración de hemoglobina por eritrocito (hemoglobina corpuscular media, MCH).
Las cifras de eritrocitos y leucocitos requerían el examen con el microscopio de frotis de sangre diluida en una placa graduada, y una cifra diferencial de leucocitos exigía la exploración de frotis teñidos. Hoy día, la mayoría de los laboratorios utiliza contadores electrónicos de células, dispositivos que obtienen una muestra de sangre mediante un tubo muy estrecho con sensores que identifican los tipos de células y miden su tamaño y el contenido de hemoglobina.
Estos contadores proporcionan resultados más rápidos y exactos basándose en cantidades mucho más grandes de células que los antiguos métodos visuales. Sin embargo, a menudo se detectan errores al identificar ciertos tipos de células, y un técnico médico debe revisar los resultados en caso de anormalidades sospechosas e identificar células que el instrumento no pudo definir.
El cúmulo de información obtenida aparte de un hemograma es demasiado basto como para aportar aquí más que unos cuantos ejemplos.
Cifras bajas de eritrocitos o anormalidades en el tamaño, la forma y el contenido de su hemoglobina indican varias formas de anemia. Una deficiencia de trombocitos puede indicar una reacción adversa a medicamentos; una cifra elevada de neutrófilos sugiere infección bacteriana, y una cifra elevada de eosinófilos, una alergia o una infección parasitaria. Además, cantidades elevadas de tipos específicos de leucocitos o de sus precursores pueden indicar varias formas de leucemia.
Si un hemograma no proporciona información suficiente o si sugiere otros trastornos, pueden hacerse pruebas adicionales, como tiempo de coagulación y biopsia de médula ósea.
Anatomía y Fisiología de Saladin, sexta edición